Los fenómenos, tanto los seres sintientes como las cosas, no aparecen de forma espontánea e independiente, sino como resultado de condiciones, de causas. Son y ocurren en relación con otros fenómenos. De ahí el nombre de origen dependiente o interdependiente. Todo es pues relativo y sin entidad propia independiente. En el plano absoluto, esta ausencia de entidad o naturaleza independiente se llama vacuidad (sunyata en sánscrito). En el plano convencional, manifestado, se le llama interdependencia, origen interdependiente o relatividad.
Entender la interdependencia de todos los seres, su no separación, es la sabiduría. Y esta sabiduría fundamental conlleva la compasión, también fundamental y comprometida hacia todos los seres, tanto uno mismo como los demás (karuna en sánscrito). Esta noción constituye una enseñanza central del Budismo. Fue la intuición fundamental de Buda en la noche de su iluminación. La interdependencia aplicada a los seres sintientes se expresa mediante los 12 vínculos del origen interdependiente (pratitya-samutpada en sánscrito)
Los así llamados «12 vínculos del origen interdependiente» describen el proceso causal por el que nuestros pensamientos y acciones nos llevan al siguiente momento o estado de conciencia, o sea, crean nuestra experiencia futura, o sea, determinan nuestro futuro, dentro de un ciclo que se repite una vez y otra, al igual que una semilla produce, dadas las condiciones, su fruto y así…
De forma tradicional, se explican mediante el ciclo de vidas en el samsara, representando en el budismo tibetano mediante la Rueda de la Vida. En la representación de la rueda, los vínculos rodean a los seis reinos o estados y también a los tres venenos o causas nocivas raíz del samsara (la ignorancia, la avidez y la aversión), situados en el centro de la rueda.
La cadena de vínculos en la rueda comienza con la ignorancia en la forma de una persona ciega con bastón (arriba a la derecha), a la que sigue la acción en la forma de un alfarero ejecutando un trabajo, …, y termina con la vejez y la muerte, representada mediante un anciano llevando una carga y apoyado en un bastón (arriba a la izquierda).
Cuando nos movemos en el mundo con la confusión e ignorancia habitual, quedamos atrapados en este ciclo de samsara, que en el fondo es de sufrimiento y miseria. Mediante la sabiduría, o sea entendiendo la verdadera naturaleza relativa de las cosas y por consiguiente sabiendo cómo actuar en la vida, es posible romper este ciclo y liberarnos del sufrimiento existencial.