Puede ser considerado una filosofía de vida, una corriente espiritual o una religión, según se enfaticen unos aspectos u otros. Cuando se le despoja de los elementos culturales y mitológicos que tiene en alguna de sus variantes, queda una filosofía práctica útil para las personas y para la sociedad. Algunos lo consideran ciencia de la mente.
Hoy en día muchas métodos de ayuda y terapia importan prácticas e ideas del budismo. Mucha gente encuentra que el pensamiento y la práctica budista mejoran su vida sin necesidad de adscribirse a ningún credo o institución. Es abierto y ofrece lo más adecuado para cada uno.
No se necesita de la fe, el camino se recorre con esfuerzo personal. Se trata de cultivar la mente. Cada persona tiene la posibilidad de «realizar» y «ser» todo su potencial, con la mente plenamente serena y despierta. A través del pensamiento budista puede reconocer esta posibilidad y desarrollarla.
Resumen del diagnóstico del problema existencial y la solución propuesta por Buda.
Después de haber dejado la vida fantástica de palacio, al constatar la insatisfacción de la existencia ordinaria, pasó unos años de asceta errante, y tras una profunda reflexión, el Buda Sakyamuni llegó a la conclusión de que la verdadera paz (nirvana) se alcanza con el camino medio, promulgando las Cuatro Nobles Verdades. Como un buen médico, realizó el diagnóstico y formuló la cura. Sus simples principios se adaptan a cualquier persona. Decía el Buda: “Así como las huellas de todos los animales con patas caben dentro de la huella de un elefante, todas las enseñanzas de mejora caben dentro de los cuatro nobles verdades”.
El Noble Sendero sigue la ley natural de causa-efecto: la causa produce el sufrimiento, y el camino, que se convierte ahora en causa, produce el cese.
Toda la enseñanza de Buda, que difundió y practicó durante 45 años, incluye de una manera u otra elementos de este sendero, que él explicó y practicó de diferente manera a distinta gente, según sus necesidades y capacidades. Aunque tiene sentido seguirlo en el orden tradicional, en la práctica sus componentes se practican simultáneamente, puesto que están inter relacionadas y el cultivo de uno ayuda al del otro.
El recorrido del camino requiere un trabajo emocional e intelectual interno. Y ello se consigue transformando la mente (los tres sistemas del ya clásico cerebro triuno: primitivo o instintivo, límbico o emocional y superior o racional), cambiando la manera convencional y condicionada de pensar, reconociendo que con esa transformación interna se influye en la transformación externa hacia una sociedad más justa y armónica.
Sus ocho componentes se agrupan tradicionalmente en tres partes:
Es lo que caracteriza al mundo en que vivimos:
En las diferentes corrientes del budismo se enfatiza el amor universal, y la dignidad e igualdad de las personas, como en otras corrientes espirituales. Se cultivan los llamados cuatro estados mentales sublimes:
Una persona se refugia para protegerse. Uno puede decir que es budista en el momento que se siente como uno, pues no hay ritos de iniciación, pero tradicionalmente un budista puede tomar refugio en las tres joyas:
De forma intrínseca en el camino budista hay dos grandes cualidades que una persona desarrolla: la compasión y la sabiduría. La compasión representa amor, benevolencia, amabilidad, tolerancia, solidaridad, altruismo, o sea, las cualidades del corazón o de tipo emocional. Está en la base de todas las religiones y del humanismo en general.
La sabiduría representa discernimiento, entendimiento profundo, raciocinio, auto examen, diligencia, autocontrol, o sea, las cualidades de la mente o de tipo intelectual. Está en la base de todas las corrientes y tradiciones de filosofía práctica de vida tanto de Oriente, como de Occidente.
La experiencia demuestra que lo óptimo es un desarrollo equilibrado de compasión y sabiduría, pues mucha compasión y poca sabiduría da lugar a buenismo idiota y a dependencia. Y mucha sabiduría y poca compasión da lugar a frialdad y a alienación. El budismo proporciona potentes herramientas para desarrollar en profundidad tanto la compasión como la sabiduría.
Los tres grandes atributos de Buda son: la sabiduría, la compasión y la energía. Cada uno de estos valores universales se representa en esta corriente por un arquetipo o boddhisattva tradicional.
La compasión. Es sentir y compartir el sufrimiento de los otros seres como si fuera el propio, y movilizarse para disminuirlo. Incluye no violencia, amabilidad, atención, ayuda… Puede ser una mera aspiración, o incluir un compromiso de acción, para abarcar a los diferentes y lejanos, o algo profundo consustancial a la existencia (bodhicitta absoluto), cuando no hay sentimiento de separación entre “yo” y el “otro”, y ya el apego ciego habitual carece de sentido. Más…
La sabiduría. Entender la realidad tal como es, con sus características esenciales de impermanencia, insubstancialidad, generadora de sufrimiento y con posibilidad de paz suprema. Es despertarse del sueño o salir de la ignorancia, del mundo aparente de la separación. Incluye también entendernos a nosotros mismos como parte de esa realidad, saber qué es nuestra mente y cómo opera. No es creer en lo que se nos dice, sino entender por nuestros propios medios, y someter a investigación y análisis los hechos y la información que se nos da. Más…
Los paramitas o perfecciones son ideales de carácter o rasgos personales que sirven de guía para el cultivo y formación personal en el camino del despertar, incluyendo implícitamente la compasión y la sabiduría. Son: generosidad, comportamiento ético, paciencia, diligencia o entusiasmo, concentración y sabiduría. Más…